Translate

martes, 26 de mayo de 2020

25 DE MAYO ACTO



Si te perdiste el acto del 25 de mayo.... Acá se los dejo


https://www.facebook.com/100491415008438/videos/262299195018299/

RECUERDEN PONER "ME GUSTA" AL FACEBOOK DE LA ESCUELA

-------------------------------------
Si querés ver el video con las decoraciones del 25 d mayo que hicieron los alumnos de la escuela...




RECUERDEN SEGUIR EL BLOG DE LA ESCUELA, CON NOVEDADES TODOS LOS DÍAS

Martes 26 de mayo

Martes 26 de mayo

Mujeres revolucionarias de la historia

MARIQUITA SANCHEZ DE THOMPSON


Una vida con escasas opciones

«Aunque la mujer tenía derechos legales limitados (como el derecho a heredar), ninguna mujer [...] podía tener una profesión, porque se pensaba que era incapaz de cualquier tipo de vida fuera de su hogar. Para las mujeres de Buenos Aires solo había tres opciones: el matrimonio, la soltería o la entrada en un convento de clausura. Por los informes de los viajeros que visitaron Buenos Aires sabemos que las mujeres que elegían el matrimonio o la soltería debían llevar una vida tranquila y cortés centrada en el hogar y en la iglesia. En sus hogares, y en las reuniones sociales, las mujeres no debían desplegar inteligencia, sino más bien brindar el toque amable a los invitados, ser capaces de una charla agradable y vivaz, de bailar danzas españolas y francesas, tocar la guitarra y cantar. Otra cosa que podían hacer las mujeres era tocar el arpa. Siempre iban bien acompañadas cuando salían de sus casas, y las bien educadas no se mezclaban con la gente "vulgar". [...] Aunque las invitaban a bailes, fiestas y tertulias, quedaban excluidas de muchas de las reuniones que abundaban en la vida social de los hombres» (Socolow, 1991).
La educación de las mujeres de la elite
«La ignorancia era perfectamente sostenida. No había maestros para nada, no había libros, sino de devoción e insignificantes, [...] ya debes de conocer lo que sabían las gentes, leer, escribir y contar, lo más. Para las mujeres había varias escuelas que ni el nombre de tales les darían ahora. La más formal donde iba todo lo más notable era una vieja casa [...]. La dirigía doña Francisca López, concurrían varones y mujeres. Niñas desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas, cada uno llevaba de su casa una silla de paja muy ordinaria hecha en el país de sauce; este era todo el amueblamiento, el tintero, un pocillo, una mesa muy tosca donde escribían los varones primero y después las niñas. Debo admitir que no todos los padres querían que supieran escribir las niñas porque no escribieran a los hombres; estas sillas ordinarias que ni para muestra hay ahora, no era fácil tenerlas tampoco porque había pocas, todos los oficios eran miserables, así muchas niñas se sentaban en el suelo sobre una estera de esas de esparto. Había una mesita con un nicho de la Virgen donde se decía el bendito a la entrada y a la salida. Este era todo el adorno de la principal sala y en un rincón la cama de la maestra: el solo libro era el Catecismo, para leer en carta cada niña o niño traía de su casa un cuaderno que les escribían sus padres, y se le decía el proceso: todo lo que se enseñaba era leer y escribir y las cuatro primeras reglas de la aritmética, y a las mujeres coser y marcar [...].

»Había algunos pardos que enseñaban la música y el piano, este era el solo adorno para las niñas, era para lo solo que había maestros, muy mediocres. No puedes imaginarte la vigilancia de los padres para impedir el trato de las niñas con los caballeros, y en suma en todas las clases de la sociedad había vanidad en las madres de familia en este punto. La dicha de los padres era tener una hija monja, un sacerdote, y la sociedad giraba sobre esta tendencia» (Sáenz Quesada, 1995).

Las actividades de las niñas, las relaciones familiares

Las niñas de las familias decentes del Buenos Aires virreinal solían pasar la mayor parte de su tiempo en sus grandes casas de la ciudad, entre costuras, bordados, zurcidos y asistencia a misas. Sus padres les enseñaban las primeras letras, para que pudieran colaborar en las empresas familiares.

Las niñas participaban de las tertulias, esos ámbitos de sociabilidad tan típicos de la elite colonial. Los fines de semana, dejaban la casa de la ciudad, para ir con sus padres a las quintas y estancias que estos poseían en la campiña cercana.

Por lo general, crecían mimadas por la servidumbre de la casa. El cariño no era lo más característico en las relaciones familiares. El trato de los padres hacia sus hijos se caracterizaba por la severidad y la distancia.

(Adaptación de Luna, 2000).

Matrimonios por conveniencia

En los hogares de la gente decente era habitual que los padres eligieran maridos para sus hijas. Los matrimonios así pautados no tenían en cuenta los sentimientos de las jóvenes, sino los intereses de familia. A través de un buen matrimonio se buscaba mantener o incrementar el patrimonio familiar. Los ricos comerciantes, por ejemplo, se preocupaban por pactar matrimonios con hombres que a través del ahorro y la buena administración dieran continuidad a sus empresas mercantiles.

En este sentido, los españoles contaban con ciertas ventajas sobre los criollos. Las familias decentes los consideraban más trabajadores y ahorrativos que los nativos. El dicho «Vino, marido y bretaña, de España»*, que estaba muy extendido en la época expresaba muy bien esta preferencia.

Susan Socolow (1991) sostiene que el casamiento de la mujer criolla socialmente establecida con el recién llegado de España no era solo una norma aceptada en Buenos Aires, sino que estaba extendida por la mayor parte de Hispanoamérica.

(Adaptación de 
Luna, 2000).

El amor en lucha contra la conveniencia: surgimiento de una nueva sensibilidad

Hacia 1803 Mariquita Sánchez tenía 14 años. Pertenecía a una distinguida familia porteña. A pesar de su juventud, Mariquita decidió cuestionar las rígidas costumbres de su época en torno al matrimonio. No aceptó casarse con el hombre elegido por sus padres, el español Diego del Arco. Amaba a un joven, llamado Martín Thompson y, animada por tales sentimientos y por una personalidad que comenzaba a definirse como muy libre y transgresora, resistió las imposiciones paternas. Ante la intransigencia de sus padres, ella y Martín decidieron llevar el enfrentamiento a la esfera pública. Presentaron un juicio de disenso ante las autoridades virreinales y, finalmente, fue el virrey Sobremonte el que dirimió el conflicto, fallando en favor de los enamorados.
La historiadora María Sáenz Quesada (1995) considera que Mariquita fue expresión de una nueva sensibilidad social:
«[...] en esta lucha de carácter personal los novios no estuvieron solos. En efecto, la cuestión del casamiento con el elegido del corazón era uno de los grandes temas de la vida privada que debatía la sociedad finisecular. Si en Francia acababan de abolirse los privilegios que venían del Medioevo, si el espíritu del siglo tendía a acabar con las herencias gravosas, si los pensadores, literatos y poetas elogiaban el individualismo y la religión del corazón por encima de las frías normas, ¿podrían escapar los súbditos americanos de la Corona española al influjo de tales cuestiones?».
La firmeza de Mariquita al sostener contra viento y marea sus derechos, de los 14 a los 17 años, da cuenta además de una decisión que era fruto de su notable fortaleza, el punto de partida de una nueva sensibilidad social ante el matrimonio: la revalorización del amor de la pareja por encima de los intereses del grupo de familia.
En este punto, la joven contaba con el respaldo moral del obispo Azamor y Rodríguez, titular de la diócesis de Buenos Aires. Este había sido íntimo de su casa. Murió cuando ella tenía unos diez años; es fácil imaginar que esa niña, presente en las tertulias de los mayores como se acostumbraba en Buenos Aires, debió escuchar y absorber estos nuevos y atractivos conceptos que tan bien se adecuaban a su íntimo anhelo de libertad. Más sorprendente es que su padre, tan amigo del obispo Azamor, adoptara en oportunidad del enlace de su única hija un comportamiento intransigente. Pero una cosa era el vínculo amistoso, y otra muy diferente aceptar los revolucionarios criterios del prelado en lo que hacía al manejo de sus intereses de familia.
«En sus escritos, Azamor había defendido la libertad de elección de su pareja por parte de los jóvenes [...]

»Esta postura [...] era también la del progresista fiscal de la Audiencia de Charcas, Victorián de Villaba [...], para quienes la oposición de los padres respondía al capricho o a deleznables conveniencias económicas o sociales. Tanto el prelado como el fiscal expresaban un clima de ideas contrario a la Pragmática Sanción que en la década de 1780 había tendido a vigorizar la autoridad paterna a fin de evitar que la sociedad estamental se quebrara por matrimonios entre personas de diferente nivel social o de castas distintas. Según dicha Pragmática, los hijos, incluso los mayores de 25 años, debían solicitar el consentimiento paterno. La transgresión a esta norma se castigaba con la pérdida del derecho de herencia. En ese ambiente movilizado por nuevas ideas y nuevos protagonistas, los argumentos contrarios al noviazgo resultaron inconsistentes [...]

»Aunque no fue el único juicio de disenso de esa década, pues hubo algunos otros de importancia en que los hijos pusieron pleito a sus padres, el de Mariquita y Martín tuvo una repercusión especial. [...] Ella y su novio se habían convertido, sin buscarlo, en pioneros de esta nueva sensibilidad» (Sáenz Quesada, 1995b).

¿Revolución en la condición de la mujer?

La Revolución no modificó la condición de las mujeres de la elite heredada de la colonia, ni siquiera en lo relacionado a la libre elección de pareja. La tradicional costumbre de los padres de elegir maridos para sus hijas continuó imperando. Hasta un hombre con ideas políticas tan radicalizadas como Juan José Castelli siguió en este aspecto apegado al pasado. Hacia 1811-1812 se convirtió en protagonista de un escándalo público al negarle a su hija la posibilidad de casarse con un oficial que militaba en las filas de Saavedra.

Por entonces, Mariquita Sánchez de Thompson, desde las hojas y periódicos más radicales, incorporó al debate público el tema de la educación de las mujeres y cuestionó el rol subordinado y dependiente que se le asignaba a la mujer en el proceso revolucionario.

(Adaptación de Luna, 2000)

  • ¿Cómo era la educación de las niñas?
  • ¿Qué expectativas tenían los padres con respecto a su futuro?
  • ¿Cuál era el modo habitual de concertar matrimonios entre los miembros de este sector social?
  • ¿Qué posibilidades había de tomar decisiones alternativas e introducir cambios en la sociedad del momento?
Si hubieran sido mujeres como las del relato...
¿Qué trabajo podrían haber desempeñado? Tachen lo que no corresponda:
  • médica
  • abogada
  • monja
  • actriz
  • comerciante
  • ama de casa
Con respecto al matrimonio, escriban:
  • ¿Dónde habrían podido conocer a su futuro marido?
  • ¿Quién les habría elegido marido? ¿Por qué?
Con respecto a la educación, escriban:
  • ¿Cómo se imaginan que habría sido un día de clase en aquella época?      

lunes, 18 de mayo de 2020

Jueves 21 de mayo

Jueves 21 de mayo 

CIENCIAS NATURALES


MIÉRCOLES 20 DE MAYO


MIÉRCOLES 20 DE MAYO

CIENCIAS SOCIALES

Les dejo una trivia del capítulo 1 del libro
el que quiera me manda los resultados.


Martes 19 de mayo

MARTES 19 DE MAYO

Prácticas del lenguaje

“Cuentos de amor, de locura y de muerte” de Horacio Quiroga

El almohadón de plumas

PARA ESCUCHARLO:

PARA LEERLO:

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.
Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.      

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.       

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.

Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.  

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.

-¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.

-¡Soy yo, Alicia, soy yo!          

Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.   

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.     

-Pst... -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio... poco hay que hacer...

-¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.     

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.    

Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.  

-¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

-Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.

-Levántelo a la luz -le dijo Jordán.   

La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.      

-¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.   

-Pesa mucho  -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.     

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

1.      Buscar la biografía de Horacio Quiroga
2.      Buscar en el diccionario 10 palabras que no sepas el significado del cuento (te propongo estas: estremecimiento-furtiva-severidad-incauta-estuco-desapacible-insidiosamente-sollozos-)
3.      Responder las siguientes preguntas:
a) ¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Alicia?
b) ¿Por qué los médicos no pudieron hacer nada por Alicia?
c) ¿Por qué en el día la enfermedad no avanzaba?
d) ¿Cómo se resuelve el misterio de la enfermedad de Alicia? 

4.      Caracterizar a los protagonistas del cuento. Registrar sus características más relevantes.

Lunes 18 de mayo

Lunes 18 de mayo

Matemática
Les dejo un video explicativo, https://www.youtube.com/watch?v=HTntMnivrfc

El martes a las 15hs, realizamos clase de zoom para volverlo a explicar

CAMBIAMOS EL HORARIO PORQUE 
EMPECÉ CON EL PROFESORADO Y 
ME COINCIDEN LOS HORARIOS. 
ESTÉN ATENTOS!!


Recortables:

 Para seguir practicando y aprendiendo






miércoles, 6 de mayo de 2020

Nota del directivo


“CRUCERO  A.R.A.  GRAL.   BELGRANO”
Pte. Perón y Juan Pablo II 
Distrito: Tres de Febrero
TEL: 4840=2996
                                                     
               
Martín Coronado, 5 de mayo de 2020
Estimadas familias:
En tiempos de aislamiento social preventivo la escuela continúa presente  en la comunidad, ya sea a través de las actividades pedagógicas que las y los docentes están llevando adelante, como la entrega de mercadería provista por el Servicio Alimentario Escolar, y con  las comunicaciones establecidas telefónicamente o presencialmente por el Equipo Directivo.
Sabemos que lo prioritario es el cuidado de la salud, la de todos y todas, pero no menor es continuar garantizando el derecho social a la educación de todos nuestros estudiantes.
Es por ello, que las docentes han flexibilizado y diversificado la forma en llegar a las familias y por lo tanto, a los estudiantes (aulas virtuales, blogs, mails, etc).
Sabemos de las dificultades económicas y laborales que están atravesando. A todos en menor o mayor medida nos afecta esta situación. Es por ello, que, frente a la falta de entrega de actividades resuelta por los estudiantes, es que llevamos adelante un seguimiento para poder conversar con Uds. y conocer cuáles son esas dificultades y tratar juntos de encontrar una solución.
Claramente la tarea de enseñar es de la escuela y de la familia de acompañar este proceso.
Por ello, les solicito que cumplan con  la entrega de las actividades realizadas por vuestros hijos/as. Las maestras deben observar el proceso semanal de enseñanza, por ello NO PUEDE OCURRIR,  COMO VIENE OCURRIENDO, QUE A VECES MANDAN LAS ACTIVIDADES RESUELTAS Y POR SEMANAS NO HAY NOVEDADES. Seguramente dichas actividades están resueltas por los chicos y chicas, pero al no enviarlas para la corrección docente, se va perdiendo la continuidad necesaria y el seguimiento.
La entrega de las actividades les permitirá a  las docentes para ajustar, profundizar, corregir, adelantar el proceso. Otra manera no tienen. En la escuela esas correcciones que se hacen a diario les sirven  para saber si pueden avanzar en la enseñanza, si deben ajustar, corregir, profundizar, etc.
No solamente se  solicita para una evaluación de ese proceso, es más importante aún que la nota conceptual que les pueda devolver  la maestra; es la manera para reflexionar sobre nuestras propias prácticas de enseñanza.
Por eso, les pido encarecidamente que envíen las actividades que sus hijos/hijas resuelvan; que, si hay problemas de conectividad, etc.  se lo informen  a ellas así  proponemos o pensamos formas de acompañarlos y ayudarlos.
De todas las familias que hemos establecido contacto se ha podido resolver la gran mayoría, pero solamente es posible a través de una comunicación clara, fluida y honesta.
A través del mail de las docentes pueden solicitar que yo los llame por teléfono, no tengo problema en hacerlo (sepan que si reciben llamada entrante en MODO PRIVADO es mi celular, por lo que les solicito que atiendan). No duden que como conducción de la escuela estamos para acompañarlos en este difícil momento.
                Un cordial saludo,

Mariana Romero Cañás
Directora EP 52